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Dragon Ball Z: Infinite World

A lo largo de sus ocho años de vida, PlayStation 2 ha dicho y demostrado muchas cosas en el sector del videojuego, pero parece que todavía le quedaba matizar que sigue siendo la máquina ideal para los amantes de Goku y sus aventuras. La mejor prueba es que por la consola han pasado hasta el momento ocho videojuegos basados en el manganime de Akira Toriyama, contando por supuesto a Dragon Ball Z: Infinite World, la que suponemos última propuesta de Namco Bandai para la persistente bestia negra de Sony.

Por lo menos, así es cómo lo aseguran los propios desarrolladores del título, afirmando que “es hora de una onda vital final muy poderosa para el sistema de entretenimiento PlayStation 2”. Un kamehameha que, por cierto, es ejecutado en esta ocasión por Dimps, compañía japonesa con el poder y experiencia suficientes (muchos de sus empleados formaron parte de Capcom y SNK) como para sumar una pieza de coleccionista más al denso catálogo de videojuegos Dragon Ball, compuesto de incontables títulos y millones de dólares en beneficios.

Así, y bajo estas premisas, los nipones esta vez han procurado distanciarse de la reciente trilogía Tenkaichi (2005) para volver a lasbases combativas de la saga Budokai (2002). Se trata de un planteamiento parecido al seguido recientemente por Dragon Ball Z: Burst Limit, videojuego que también regresó a las batallas directas y de perspectiva lateral (al más puro estilo Street Fighter), aunque cometiendo fallos que en esta ocasión se han pretendido soslayar incorporando, en primer lugar, el generoso número de 40 personajes –más las 100 transformaciones totales– y, en segundo término, una campaña para un jugador mucho más duradera.


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